24 abr 2016

Ilustraciones de Laura Torrico del Jajilé Azul

IV Maratón de cuentos e ilustración: Qué pinto yo en este cuento 



El pasado viernes día 22 de abril celebramos la Noche de los libros como todos los años con un maratón de cuentos e ilustración llamado Qué pinto yo en este cuento. 

Durante el evento el cuentista Javier Tonda contó varias historias a los más pequeños mientras nosotros realizábamos las ilustraciones. Los niños participaron de las historias y disfrutaron mucho con ellas, que fueron: Las habas mágicas, El Jajilé azul y La princesa Bola de Nieve.

Yo me decanté por ilustrar el cuento del Jajilé azul, una bonita historia que enseña a los niños a aceptar y valorar sus cualidades, os dejo el cuento completo por si no lo conocíais.

El jajilé azul

En Áfica, en un inmenso y oscuro bosque, viven unos jabalíes grises. Con el hocico escarban en la tierra en busca de raíces o ricas setas. Por la noche duermen en un lodazal grande y negro. Por la mañana corren al lago y beben agua. Uno de estos jabalíes está siempre solo, escarbando en la tierra.

No le gustan los demás jabalíes. Piensa: “¡Qué feísimos son todos! Tan grises y tan gordos, con esos hocicos en la cara.” Pero ese jabalí no sabe que él es igual que los demás: gordo y gris como todos los jabalíes. Grita cuando los demás se acercan a él y los amenaza con sus largos colmillos.

Quiere que todas las raíces, todas las setas del bosque sean sólo para él. Duerme solo en un pequeño charco de fango. Por la mañana, cuando los demás todavía roncan en el lodazal grande y negro, él corre solitario hasta el lago. No quiere beber agua con los demás. Quiere el lago para él solo.

Pero un día, el lago está tan claro y tranquilo que el jabalí se refleja en el agua. ¡Y se ve por primera vez a sí mismo! Ve que es igual que los demás; gordo y gris, como todos los jabalíes. ¡Y tiene un enorme hocico en la cara! Al principio se asusta, luego grita y patalea en el suelo con furia y rabia. Y todos los pájaros salen volando de sus nidos. Luego, se queda triste, y dos grandes lágrimas le brotan de los ojos.

En el agua nadan bonitos peces de colores. El más grande es tan azul, como una piedra preciosa. Entonces el jabalí piensa: "¡Qué bonito es! Y yo soy gris y feo por todas partes. Me gustaría ser tan azul como ese pez."

Vuelve corriendo a su pequeño charco de fango negro. No quiere comer nada en todo el día. Sólo piensa en el pez azul. Muy triste, se queda dormido. Y por la mañana, cuando se despierta, ¡se ha vuelto azul, muy azul, tan azul como aquel bonito pez grande!

El jabalí está muy contento y orgulloso. Corre lo más deprisa que puede. ¡Los demás animales tienen que ver lo bonito que el jabalí se ha vuelto!

En seguida se encuentra con las jirafas. En aquel momento están comiendo hojas de los árboles. Tienen la cabeza tan alta que ni siquiera ven al jabalí que está en el suelo. El jabalí chilla, gruñe y patalea. Pero las jirafas siguen comiendo. Entonces el jabalí piensa: "¡Qué bonitas son las jirafas, con sus largos y esbeltos cuellos! Y yo lo tengo todo corto y gordo. Me gustaría tener el cuello así de largo." Regresa corriendo a su pequeño charco de fango negro. Se pasa todo el día pensando en las jirafas. Luego, se queda dormido. Y por la mañana, cuando se despierta, ¡tiene un cuello largo, un cuello como el de las jirafas!

El jabalí está muy contento y orgulloso. Corre lo más deprisa que puede. ¡Los demás animales tienen que ver lo bonito que el jabalí se ha vuelto!

Un león acecha entre las altas hierbas, y su melena resplandece al sol. El jabalí se asusta y sale corriendo. Piensa: "¡Qué bonito y fuerte es el león! ¡Qué aspecto tan grandioso tiene con esa melena! Y yo estoy desnudo y apenas tengo pelo. Me gustaría tener una melena como la del león."  Se pasa todo el día pensando en el león. Luego, se queda dormido. Y por la mañana, cuando se despierta, ¡tiene una melena de león!

El jabalí está muy contento y orgulloso. Corre lo más deprisa que puede. Va a buscar a todos los animales  que están en el río. ¡Que por fin vean lo bonito que el jabalí se ha vuelto!

Pero al verlo todos los animales salen corriendo. Se asustan de su melena de león. Los monos chillan. El rinoceronte gruñe. El cocodrilo golpea furioso con la cola. Todos los papagayos gritan con fuerza:
-¿Qué animal eres? Dinos tu nombre. ¿Qué animal eres? Dinos tu nombre.

¿Qué debe decir el jabalí? Piensa: "Con este color azul tan maravilloso, con este cuello tan largo y esta melena, ya no soy un jabalí. Ahora tendré un nombre nuevo. Regresa corriendo a su pequeño charco de fango negro. Se pasa todo el día pensando en su nuevo nombre. Pero de tanto pensar le entra sueño. En seguida se queda dormido. Y por la mañana, cuando se despierta, ¡todavía no sabe cómo se llama! Se avergüenza de no tener nombre. Piensa: "Los demás animales se van a reír. ¡Me voy lejos de aquí! Me voy a ir con las personas. Las personas son listas. Seguro que saben qué animal soy ahora.

Se pone en camino hacia la ciudad. Pasa por los campos de arbustos y por los campos de hierbas. Donde se acaba la hierba está el desierto. El desierto es muy grande y está vacío. Sólo hay arena y piedras, sólo crecen cardos y cactus, no hay raíces ni ricas setas. Tampoco hay ningún fresco charco de fango negro ni ningún lago con agua, sólo desierto. El sol quema, la arena está tan caliente como el fuego. El jabalí azul apenas puede ya andar.

Entonces pasa un avestruz corriendo delante de él. En seguida el jabalí piensa: "¡Qué bonito es! Qué deprisa corre el avestruz. Y yo, con estas patas tan cortas, me quedo aquí, atrapado en la arena. Me gustaría tener las patas así de largas." Se tumba en un hoyo en la arena caliente del desierto y en seguida se queda dormido. Y por la mañana, cuando se despierta, ¡tiene unas patas largas, tiene unas patas como las del avestruz! El jabalí está otra vez muy contento y orgulloso. Sale corriendo y en seguida llega a la ciudad.

Toda la gente corre por la calle. Nunca han visto un animal como ése. Y uno grita: -Es un jabalí. Seguro, tiene hocico en la cara.

El jabalí chilla de rabia y le lanza un golpe.

Otro grita:
-No, mirad ese cuello tan largo. Ese animal tiene cuello de jirafa.

El animal gruñe y sacude la cabeza. Quiere tener un nombre nuevo.

Y otro grita:
-¡Es un león!

Y mucha gente sale corriendo porque tiene miedo.

Una niña vestida de rojo grita:
-¡Un ja-ji-lé, es un jajilé azul!

Y todos los demás gritan:
-¡Sí, un jajilé!

Entonces el animal se ríe. Estira su largo cuello. Sacude su vistosa melena de león. Levanta las largas patas de avestruz. Brinca, salta y baila. ¡Está tan contento! Todos aplauden, y los niños gritan:
-¡Bien! ¡Bien!

El jajilé baila todo el día. Está muy contento de tener un nombre nuevo. Y por la noche se echa en el centro de la calle. Pronto se queda dormido porque está muy cansado. Duerme profundamente. Por la mañana, cuando se despierta, ¡el pobre jajilé está en una jaula! Los hombres lo han encerrado, lo han capturado mientras dormía.

En la jaula hay un letrero con su nombre. Le han puesto agua, y un trozo de carne, y zanahorias y ensalada. Pero el jajilé no quiere comer nada de eso. La gente lo mira desde fuera de la jaula, y también está allí la niña del vestido rojo. Quieren que el animal baile. ¿Por qué no baila? Los niños gritan:
-¡Querido jajilé! ¡Anda, bonito animal azul, baila un poco!

¿Cómo va a bailar en una jaula tan estrecha? ¿Cómo va a bailar si está muy triste? El jajilé se sienta en un rincón de la jaula. Mira a los pájaros que vuelan por el cielo. Piensa: "¡Qué bonitos y qué bien vuelan en libertad! Y yo tengo que estar aquí, en esta jaula tan estrecha. Me gustaría tener alas, como los pájaros." Se pasa todo el día pensando en los pájaros. No come ni bebe. Tampoco baila. Luego, se queda dormido. Y por la mañana, cuando se despierta, ¡tiene unas grandes alas azules! ¡El jajilé puede volar! ¡Está feliz! Con sus largos colmillos pincha la carne y las ricas zanahorias y la ensalada. Luego, coge el cacharro del agua con la boca y sale volando de su estrecha jaula.

En el jardín de la niña del vestido rojo deja caer dos grandes plumas azules, una de cada una de sus bonitas alas nuevas. Quiere darle las gracias por el nombre. La niña ve las plumas en el camino y se las pone en el pelo. Está muy contenta.

El jajilé sigue volando hasta el desierto y al avestruz le regala el cacharro del agua. El avestruz salta de alegría por la arena. ¡Ahora ya puede recoger el rocío y las gotas de lluvia!

El jajilé sigue volando, cada vez más lejos. Al pasar por encima de los leones, deja caer la carne sobre ellos.
-¡Gracias!- ruge el león, y mueve la cola.

El jajilé sigue volando, cada vez más lejos. Por la tarde llega a donde están las jirafas. Les deja la ensalada en un árbol. ¡Las jirafas nunca han comido unas hojas tan ricas! Todas están muy contentas. Saludan al jajilé azul con sus largos y esbeltos cuellos. El jajilé se pasa el día volando. Sólo piensa en el inmenso bosque. Está muy cansado, pero vuela y vuela durante toda la noche.

Y por la mañana, cuando amanece, llega de nuevo a su bosque. Deja caer las zanahorias en el gran lodazal negro. Los jabalíes se sorprenden de que, de pronto, caigan zanahorias de los árboles. Chillan, y se relamen de gusto. El jajilé los mira y piensa: "¡Qué alegres son estos jabalíes! ¡Qué contentos se reparten las zanahorias! Y yo estoy solo. Seguro que no existe en todo el bosque ni en todo el mundo otro jajilé azul, sólo yo. Y nunca, nunca más, pobre de mí, podré dormir en un charco de fango negro y caliente. No podré hacerlo con estas alas tan grandes, y esta melena, y este cuello tan largo." Muy triste, se posa sobre un árbol y llora porque ya no es un jabalí. Luego, se queda dormido.

Y por la mañana, cuando amanece, ¡el jajilé es un jabalí! ¡De nuevo está tan gris y gordo como antes!

Grita de alegría y despierta a los demás jabalíes. Éstos se alegran mucho de ver de nuevo al jabalí del pequeño charco de fango negro. En seguida corren todos juntos hacia el lago. Luego escarban juntos en la tierra. Y por la noche se echan todos juntos a dormir en el gran lodazal negro.

Entonces, el jabalí, que ya no es un jajilé azul, piensa: "No es cierto que todos los jabalíes sean iguales: gordos y grises. ¡Qué tonto he sido! Uno tiene un ricito detrás de la oreja; otro tiene el rabo fino como un pincel; otro escarba mejor que ninguno; otro chilla más fuerte que los demás; otro corre más deprisa que nosotros; otro gruñe mejor. ¿Y yo? ¡Yo sé bailar!"

Y baila de alegría, a la luz de la luna, alrededor del gran lodazal negro. ¡Y los demás jabalíes bailan con él!

Aunque a veces deseemos ser cosas que no somos y tener cosas que no tenemos debemos aceptarnos tal como somos... porque todos tenemos cosas buenas que compartir con los demás. 

 

Un jabalí gordo y gris quiere ser distinto de cómo es y sus deseos se convierten en realidad...

 

Pero cuando ha conseguido ser como él había ido deseando, se da cuenta de que no es feliz.


Autora: Ursula Wölfel
Editorial: SM, colección El barco de vapor

















No hay comentarios:

Publicar un comentario